Oppenheimer: 'Me he convertido en La Muerte, el destructor de mundos'
La cita del texto sagrado Bhagavad-Gita ha llegado a definir a Robert Oppenheimer, pero su significado es más complejo
Fotografía en el Museo Bradbury del primer Test Termonuclear
Como testigo de la primera detonación de una bomba atómica, el 16 de Julio de 1945. Una pieza de la escritura sagrada hindú pasó por la mente de Robert: ‘Me he convertido en la Muerte, destructor de mundos’. Siendo quizás, la cita más conocida del Bhagavad-Gita, pero también la más incomprendida.
Oppenheimer murió a los 62 años en Princeton. Como líder del Proyecto Manhattan, se le considera, con razón, el ‘padre’ de la bomba atómica.
‘Sabíamos que el mundo no sería el mismo. Algunas personas se rieron, algunas lloraron, la mayoría guardó silencio’.
Si bien nunca se convirtió en hindú en el sentido devocional, Oppenheimer encontró en ella una filosofía útil para estructurar su vida. ‘Obviamente, se sintió muy atraído por esta filosofía’, dice el reverendo Dr. Stephen Thompson. El interés de Oppenheimer en el hinduismo era más que una cita, era una forma de dar sentido a sus acciones.
El Bhagavad-Gita es una escritura hindú de 700 versos, escrita en sánscrito, que se centra en un diálogo entre un príncipe guerrero llamado Arjuna y su auriga, el Señor Krishna, una encarnación de Vishnu. Al enfrentarse a un ejército contrario que contiene a sus amigos y parientes, Arjuna está desgarrado. Pero Krishna le enseña acerca de una filosofía superior que le permitiría llevar a cabo sus deberes como guerrero, independientemente de sus preocupaciones personales. Esto se conoce como el dharma, o deber sagrado. Es una de las cuatro lecciones clave del Bhagavad-Gita: deseo o lujuria; poder; el deseo de rectitud o dharma y el estado final de liberación o moksha.
Robert J. Oppenheimer dando clase
Buscando su consejo, Arjuna le pide a Krishna que le revele su forma universal. Krishna obedece, y en el verso doce del Gita se manifiesta como un ser sublime y aterrador de muchas bocas y ojos. Es este momento el que entró en la mente de Oppenheimer en julo de 1945. ‘Si el resplandor de mil soles estallara de una vez en el cuelo, sería como el esplendor del poderoso’, fue la traducción de Oppenheimer de ese momento en el desierto de Nuevo México.
En el hinduismo, que tiene un concepto no lineal del tiempo, el gran dios no solo está involucrado en la creación, sino también en la disolución. En el verso treinta y dos, Krishna dice la línea que Oppenheimer trajo la atención mundial. La cita: ‘Ahora me he convertido en La Muerte, el destructor de mundos’ es literalmente el tiempo que destruye el mundo. El maestro de sánscrito de Oppenheimer eligió traducir ‘tiempo que destruye el mundo‘ como ‘muerte’. Su significado es simple: independientemente de lo que haga Arjuna, todo está en manos de lo divino.
Arjuna es un soldado, tiene el deber de luchar. Krishna, no Arjuna, determinará quién vive y quién muere y Arjuna no debe llorar ni regocijarse por lo que el destino le depare, sino que debe estar sublimemente desapegado de tales resultados. Y en última instancia, lo más importante es que debe ser devoto de Krishna. Su fe salvará el alma de Arjuna. Pero Oppenheimer, aparentemente, nunca pudo lograr esa paz. ‘En una especie de sentido crudo que ninguna vulgaridad, ningún humor, ninguna exageración puede extinguir por completo’, dijo dos años después de la explosión de Trinity, ‘los físicos han conocido el pecado; y este es un conocimiento que no pueden perder’.
Krishna y Arjuna en el carro de combate durante la guerra del Majabhárata
‘Él no parece creer que el alma es eterna, mientras que Arjuna sí’, dice Thompson. El cuarto argumento en el Gita es realmente que la muerte es una ilusión, que no nacemos y no morimos. Esa es realmente la filosofía, que solo hay una conciencia y que toda la creación es una obra maravillosa. Oppenheimer, se puede inferir, nunca creyó que las personas asesinadas en Hiroshima y Nagasaki no sufrirían. Si bien llevó a cabo su trabajo con diligencia, nunca pudo aceptar que esto podría liberarlo del ciclo de la vida y la muerte. En marcado contraste, Arjuna se da cuenta de su error y decide unirse a la batalla.
Krishna está diciendo que simplemente tienes que cumplir con tu deber como guerrero. Si fueras un sacerdote no tendrías que hacer esto, pero eres un guerrero y tienes que hacerlo. En el esquema más amplio de las cosas, presumiblemente la bomba representó el camino de la batalla contra las fuerzas del mal, que fueron personificadas por las fuerzas del fascismo.
Para Arjuna, puede haber sido relativamente fácil ser indiferente a la guerra porque creía que las almas de sus oponentes vivirán a pesar de todo. Pero Oppenheimer sintió agudamente las consecuencias de la bomba atómica. ‘No tenía la confianza de que la destrucción, en última instancia, era una ilusión’, dice Thompson. La aparente incapacidad de Oppenheimer para aceptar la idea de un alma inmortal siempre pesaría mucho en su mente.